lunes, 1 de diciembre de 2008

ANDRES TORO BAREA 15/06/2008

Imputados los dos hijos del directivo del BBVA asesinado en Sevilla
10.08.08 10:54. Archivado en Crimen
(PD).- El juez que investiga la muerte de Andrés Toro Barea, ejecutivo del BBVA asesinado en su casa, encarceló el 31 de julio a la esposa -de la que estaba separado y en trámites de divorcio- como autora material de los disparos, pero además imputó a los dos hijos de la pareja, así como a un tío de la esposa, por facilitarle la pistola con la que presuntamente disparó a su marido.
Fuentes del caso han informado de que además de ordenar la prisión incondicional para la esposa, N.C., el juez informó a la Fiscalía de Menores de la posible cooperación de Andrés David T. C., el hijo de la pareja, que era menor de edad cuando se cometió el crimen, el 15 de junio, y que fue internado en un centro de menores.
Además, el juez dedujo testimonio contra Natividad T. C., la hija del matrimonio, de 31 años, por un posible delito de obstrucción a la justicia por presionar a un testigo.El cadáver de Andrés Toro fue encontrado el 16 de junio en su chalé de Bollullos de la Mitación.
El fallecido era jefe para Andalucía occidental del Centro Especial de Recuperaciones (CER) del BBVA, que gestiona el cobro a morosos y la recuperación de créditos.
Desde el comienzo las investigaciones se dirigieron hacia alguien del entorno de la víctima, ya que la vivienda no presentaba signos de lucha ni la puerta había sido forzada, por lo que el hombre permitió el acceso a quien acabó con su vida.
El mismo día en que declaró la principal imputada, el juez también tomó declaración como imputado a un matrimonio, tíos de la esposa, como presuntos cooperadores necesarios, pero la pareja quedó exculpada y declaró como testigo tras informar de que regalaron la pistola a la imputada hace 15 años, como defensa cuando vivía en una urbanización de Carmona (Sevilla), han añadido las fuentes. La detención de la imputada fue posible gracias a la declaración de este hombre, J.S., que informó de que él mismo le había regalado la pistola para su protección.
El caso de este ejecutivo del BBVA ofrece tintes escabrosos y ha puesto al descubierto la trágica vida de Andrés Toro.Pocas personas de su entorno personal y profesional sabían que Andrés procedía de una familia sumamente humilde y había llegado a ese alto cargo sin padrinos después de haber sido pastor de vacas y no haber pisado una escuela hasta los 14 años. Andrés comenzó a estudiar electricidad. Por aquel entonces, vivía en la Avenida de Montesierra y conoció a la que sería su esposa, Natividad, que que era hermosísima. «Era de esas mujeres que te vuelves a mirarla».
Con 22 años, Andrés se casó con Natividad, entonces de 20, pero su vida no fue precisamente un camino de rosas. Las primeras alarmas saltaron cuando varios familiares de Andrés fueron testigos de algo que no se les olvidará nunca.
«Andrés acababa de llegar a su casa tras ser operado de apendicitis. Una compañera del banco llamó para preguntar por su estado. Atendió el teléfono Natividad, quien se enfadó tanto que le dio una patada a su marido en los puntos y éste cayó al suelo retorcido de dolor. Cuando le preguntamos a Andrés cómo podía soportar eso, él nos dijo: «Esa es mi mujer, yo la quiero y vosotros la tenéis que respetar», explicaron familiares, que hicieron un pacto de silencio.
Mujer prepotenteEn cuanto al hecho de que Natividad haya esgrimido en su favor que Andrés la maltrataba físicamente, los familiares de la víctima afirman que «cualquier estudio psicológico de la esposa puede concluir que es imposible maltratar a una mujer que tiene tanta prepotencia y soberbia».
Hace quince años, Natividad alardeó en público de haber comprado a su tío abuelo una pistola por 40.000 pesetas. Esa pistola, del mismo calibre de la usada en el asesinato de Andrés, no ha aparecido aún.Con los años, la vida de la pareja se tornó insoportable. «En los dos últimos años, Andrés comienza a contar a la familia muchas cosas que antes callaba, como que su mujer le agredía psicológicamente», señalan las mismas fuentes.
Las continuas peleas con su mujer llevaron a la familia de la víctima a recomendarle que cambiara la cerradura de la vivienda. «El se negó porque quería que sus hijos pudieran entrar libremente en casa. Cuando le dijimos que su mujer podía aprovechar para entrar en su casa cuando él estuviera trabajando, les dijo: "Entrar puede entrar, pero matar no me va a matar"».
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